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domingo, 3 de abril de 2011

El fin de las cajas de ahorro

El bombardeo de información al que hemos estado sometidos las últimas semanas con respecto a la conversión de las cajas en bancos, ha provocado una infoxicación que nos impide comprender lo que ha pasado de una manera sencilla y clara.



¿En qué se diferencia una caja de un banco?

Las cajas de ahorro, en su nacimiento en el siglo XIX por orden ministerial, se diseñaron como un instrumento para fomentar el ahorro de las clases populares y combatir la usura, se trataba de sociedades sin ánimo de lucro. Esta característica se reguló por ley años más tarde, obligando a las cajas a destinar sus beneficios a reforzar su solvencia (aumentado su reserva) y a participar en obras sociales.


Hoy en día, aunque las gestiones que se llevan a cabo en bancos y cajas de ahorro son muy similares y sus clientes pertenecen a cualquier clase social, lo cierto es que sus beneficios van a parar a diferentes destinos: las cajas de ahorro, como en su nacimiento, deben aportar como mínimo el 50% de su excedente a reservas obligatorias para asegurar su liquidez presente y futura, mientras que el resto debe estar dedicado a su obra social. Por otro lado los bancos son entidades con ánimo de lucro, por lo que tienen derecho a repartir sus beneficios entre sus accionistas al término del ejercicio económico o a invertirlos en lo que ellos consideren oportuno.


¿En qué consiste la conversión?

El principal objetivo de esta medida es restablecer el acceso de todo el sector financiero español al mercado de capitales. Las nuevas exigencias de capital intentan eliminar posibles dudas sobre la solvencia ecónomica del sector íntimamente relacionadas con las cajas de ahorro. La conversión permitirá la salida a Bolsa, a la vez que podrá facilitar futuras emisiones de deuda en el mercado mayorista.

Los requisitos exigidos por el Gobierno consisten en elevar al 8% el capital principal, y al 10% para las entidades que superen el 20% de financiación mayoristas o que no coticen, es decir para las cajas. Ante esta situación la mayoría de cajas de ahorros preparan su conversión, y tan sólo un número muy pequeño de entidades, que están entre las más capitalizadas, no se convertirán en bancos.


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