Ayer vivimos el primer clásico de los cuatro que nos esperan en los próximos 17 días. Pongan a enfriar la tila, preparen el sofá y las cervezas, se avecina tormenta.
En el primer capítulo las tablas fueron el resultado, un penalty para tí y otro para mí, pero Mourinho se quedó con 10 y eso escuece en su ego descomunal. Antes de continuar quiero aclarar que ni soy del Real Madrid ni del Barça, las cosas claras y el chocolate oscuro.
Pues bien, ahí estaba España, a las 21.55 horas, temblorosa, ansiosa y cuestionándose el trivote de Mou, la titularidad del desquiciado Pepe en lugar del mágico Özil. Los que veíamos el espectáculo ajenos a sus colores pensábamos que el Barça ganaría, así sin rodeos, es superior.
Pero entonces el partido empezó y los dos rivales se temían, atacaban de forma tímida. Mourinho ordenó que el cesped del Bernabéu estuviera más alto de lo normal, ataque directo a Xavi Hernández. Pese a todo, el Madrid sólo creaba peligro con el balón parado y los locos bajitos del Barça lo hacían en cada error madridista. Y así llegó el gran fallo, penalty y expulsión justa. El Madrid con 10 y Mourinho sonrie, “ya me la han vuelto a jugar, pero yo he ensayado con 10” o ese es el rumor que se ha extendido. El Barça se durmió, entró la luz y la magestuosidad con Özil y llegó otro penalty, empate. El Bernabéu se vino arriba y el partido se rompió, esa frase que tanto gusta a todos los comentarista.
Poco más destacable, una falta al palo de Cristiano, la vuelta del gran capitán Puyol que duró 60 minutos y un balonazo a la grada de Messi. Las cosas se quedan como antes, ni el Barça es campeón de Liga ni el Madrid avanza. Se rompen dos maldiciones, como le gusta a la prensa esto de crear absurdeces, Messi le marca a un equipo dirigido por Mourinho y Cristiano al Barça.
Como opinión personal, Liga y Copa para el Barça, pase de la Champions para el Madrid, Mou es un estratega, nunca hay que olvidarlo, y a dos partidos, de ida y vuelta, te la juega.
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