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jueves, 8 de marzo de 2012

Kony 2012

Y que esto ocurra en el mundo en el que vivimos...


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jueves, 1 de marzo de 2012

Energías renovables: tocadas y hundidas

El pasado 27 de enero el Gobierno anunció una nueva medida “necesaria” para reducir el déficit público. A través de la aprobación, casi inmediata, del Real Decreto-ley 1/2012 quedaron suspendidas las ayudas y los incentivos a las energías renovables. En otras palabras, el Ejecutivo, que dirige este país desde el grandioso trono de la mayoría absoluta, hace y deshace a su antojo o, mejor dicho, al antojo de los poderoso, de los que controlan las decisiones que se toman en España: los grandes empresarios.

Que el Gobierno y el señor Rajoy cedan e, incluso, creen leyes que benefician a los menos desfavorecidos, con la única finalidad de que sus beneficios no se vean mermados, tiene dos claras consecuencias. La primera de ellas es una cuestión de futuro. Este Decreto-Ley supone la muerte agónica y lenta de la inversión en energías renovables, en el porvenir de la “energía buena”, en el futuro del planeta y de este país, que es dependiente del exterior en lo que a energía se refiere. Sin energías renovables no hay progreso energético y sin progreso energético seguiremos bajo la pétrea dictadura del crudo y sus derivados. Pero no solo supone una pérdida propia de dignidad frente al exterior sino, también, una burla al planeta en que vivimos, a su salud.

La segunda consecuencia de esta medida es la imagen que el Gobierno da a sus ciudadanos, unos ciudadanos que han creído en él para el cambio, para un mañana mejor, que salieron a la calle a votar por él, por sus ideas y por sus promesas. Esos ciudadanos ingenuos son ahora testigos de cómo el cuerpo político líder de su país vende su alma a los magnates energéticos, y a todos los que vendrán.

Este Decreto-Ley no es sino otra demostración de cómo están las cosas en España y están muy mal. Cuando un Gobierno es flexible a los chantajes de los potentados, cuando utiliza todo el poder que le otorgan las urnas para el beneficio personal y no para el bien común, es en ese momento cuando la ciudadanía se arrepiente de su voto e implora por una legislatura tranquila.

Así pues, las energías renovables han sido tocadas y hundidas, como se diría en el popular juegos de “los barquitos”, donde en un lado juega España y en el otro un Gobierno más preocupado por sus contactos y relaciones que por sus propios votantes.


Punto de no retorno

Que en Latinoamérica se vive una guerra abierta contra el narcotráfico no es nada novedoso. Tampoco lo es que esta lucha sea tan tremendamente desigual, hasta el punto de que más que guerra, o lucha, parece un paseo de los contrabandistas por distintos países sudamericanos. El caciquismo con el que los cárteles asesinan, trafican, invaden y atemorizan a poblaciones enteras es desmesurado. No debe pasarse por alto el hecho de que estos comportamientos están, de alguna manera, permitidos por los dirigentes, ya que su total ineficiencia, su deliberada mano blanda inicial con los narcotraficantes, que reportaban mucho dinero al país, y la falta de recursos los ponen contra las cuerdas una vez tras otra.

“¿Cómo salimos de esta situación?”, se preguntó el presidente de Guatemala, Otto Pérez. “Legalizaré las drogas”, se dijo. Puede parecer ésta una decisión acertada pero nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto que podría, de algún modo, reducir las tasas de criminalidad de Guatemala (en 2009 rozaban cotas de 16 crímenes violentos diarios), lo que seguro no pasará es que el consumo de drogas disminuirá y éste es el principal problema.

Si los humanos dejan de autodestruirse a sí mismos, los cárteles y los narcotraficantes dejarán de tener poder. Si los norteamericanos y los europeos dejamos de demandar, pues somos los mayores consumidores, drogas del sur de América, éstas dejarán de llegar. Si los niños de México, Guatemala, El Salvador y demás países estuvieran convenientemente escolarizados no andarían por la calle buscándose la vida en ese peligroso mundo. Pero obviamente responsabilizar a la población en el no consumo o emprender leyes sociales son tareas mucho más complicadas, resulta más simple aprobar una ley que dé legalidad a estas sustancias, eso está claro.

Si el señor Otto Pérez busca atacar al narcotráfico, si busca reducir las muertes, la inseguridad y la violencia debería emprender un camino que, aunque más duro y más difícil, fuera más viable y saludable para la población, como es la inversión en personas, en educación, en civismo, en respeto a lo propio y a lo ajeno. “Legalizar las drogas” suena bien, a un mundo sin leyes, a un mundo donde todos podemos elegir qué queremos hacer con nuestra vida y qué no. Esa es la gran mentira que quieren vender. Legalizar las drogas es hacer que ganen los narcos, es darles lo que quieren, es legalizar su negocio y, con casi total seguridad, aumentarlo. ¿Reportará seguridad? En un país donde el consumo de drogas es libre, la población es esclava de su negocio, de su tremendo poder y de la desmesurada creación de riqueza. No todo es la legalización, sino también la regularización.

El terror que se vive en Sudamérica es tal que sus gobernantes llegan a determinados puntos de inflexión, de reflexión, donde creen encontrar la solución a todos los problemas de su nación. Legalizar las drogas en Guatemala, en particular, y en el resto de Latinoamérica, en general, es un punto de no retorno para todos y cada uno de los habitantes de este planeta. Legalizar las drogas nunca debió ser una opción y mucho menos una salida. De las guerras se sale luchando y Guatemala, México y Latinoamérica han de luchar por sus principios y por sus gentes, no se dejen vencer tan deprisa.

Homs se desangra

El sangriento asedio a la ciudad siria de Homs, llevado a cabo por los militares de Bachar el Asad, está lejos de retroceder y dejar paso a las reformas democráticas. El camino que atraviesa Siria, en su particular Primavera Árabe, se está convirtiendo en una cuasi guerra civil, en la cual las potencias mundiales, y la ONU como actor principal, no se deciden a intervenir. Muchas reuniones van ya del Consejo de Seguridad de este órgano, supuesto protector de la paz mundial, y se han llegado a escasas y estériles resoluciones.

El bloque occidental, como gran medida, ha optado por sacar a sus diplomáticos del territorio sirio. Más parece un acto de protección del compatriota que un intento de ayuda. La Liga Árabe condena cada día las matanzas que se llevan a cabo con total impunidad internacional sobre los que, el régimen sirio, considera “bandas de terroristas”. Por su parte, Rusia y China (asfixiantes sistemas supuestamente considerados democráticos por la comunidad internacional), reconvertidas en potencias éticas y morales que buscan no entrometerse en los problemas ajenos, instan al gobierno sirio a aceptar el camino hacia la democracia que su pueblo le pide.

Y en medio de todas estas reuniones internacionales, de esos discursos de oposición completa hacia la alarmante situación, parece que a todos los presentes se les olvida que están muriendo cientos de personas cada día. No sólo mueren supuestos terroristas, que no son más que seres humanos luchando por sus derechos, ni soldados sirios fieles a su líder. Mueren civiles que de repente se han encontrado sin un techo bajo el que dormir, sin comida que dar a sus hijos. Gente, almas, humanos que están siendo asediados, bombardeados y tiroteados día sí, día también, por Bachar el Asad.

Mientras la ONU se entretiene con sus debates y sus votaciones, que no llevan a ningún lugar, el pueblo sirio se desangra gota a gota. La condena internacional de sus acciones no hará retroceder al ejército, las armas que EE.UU. pretende dar a los rebeldes no conseguirá que el conflicto acabe, retirar a los embajadores occidentales del país no hará que el Asad deje de mancharse las manos con la sangre de los que él considera sus hijos.

viernes, 24 de febrero de 2012

365 días de Primavera Árabe


La Primavera Árabe celebra su primer aniversario

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Parece que fue ayer cuando llegaba a los oídos de Occidente la noticia del germen de un levantamiento de la población tunecina, del eufórico contagio en Egipto y de una rebelión en el seno del islamismo contra los regímenes dictatoriales que gobernaban todos los países de la zona. Hoy, un año más tarde, el mundo es consciente de la importancia de aquel histórico momento y de las dificultades que está acarreando la transición hacia una deseada democracia.


Túnez, el detonante

Europa, ajena a la realidad tunecina, consideraba el gobierno de Ben Ali como una verdadera democracia respaldada por el importante crecimiento económico conseguido durante los últimos años. El continuo flujo turístico que visitaba Túnez, causante principal de la bonanza económica del país,  generó el arraigamiento de los ideales occidentales entre su población. Estos principios inundaban las mentes más jóvenes y las redes sociales, propagando el deseo de un futuro mejor.

La inmolación de Mohamed Bouazizi, un joven tunecino de 26 años, el 16 de diciembre de 2010, fue el detonante que inició la ola de protestas. Sidi Bouzid se convirtió en el centro neurálgico de la revolución extendiendo su iniciativa por todo Túnez hasta llegar a su capital. El apoyo del ejército otorgó aún más fuerza al movimiento que consiguió acabar con el derrocamiento del Gobierno.

Desde entonces diferentes presidentes han pasado por el Gobierno de Túnez: Mohamed Ghannouchi, fiel seguidor de Ben Ali, asumió el cargo de primer ministro de la transición hasta que el pueblo forzó su dimisión pasándole el testigo a Fouad Mebazaa como presidente y a Caïd Essebsi como primer ministro. Ellos serán los encargados de convocar elecciones que finalmente se celebrarán el 23 de octubre de 2011 con el consiguiente nombramiento de Moncef Marzouki como actual presidente del Gobierno tunecino.

tunez 


Egipto, multitudinario

Tras lo ocurrido en Túnez, el efecto contagio hacia Egipto fue casi inmediato. El pueblo egipcio llevaba años realizando periódicas protestas contra su estático Gobierno sin resultado alguno, y al igual que en el caso tunecino, las inmolaciones de varios de sus ciudadanos generaron el impulso necesario para desencadenar el enfurecimiento masivo.

El 25 de enero comenzaba el levantamiento de miles de personas contra el régimen de Mubarak, que reacio a abandonar su cargo intentaba, a través de nuevos nombramientos, mantenerse en el poder prohibiendo las concentraciones y provocando más de 800 muertos. Las manifestaciones continuaron hasta la completa disolución del Gobierno y el Parlamento, otorgando la autoridad al ejército.

egipto
Actualmente el país continúa sin convocar elecciones a la espera de posibles candidatos, que tienen como plazo máximo para presentar su solicitud el 8 de abril. El Gobierno militar pretende tener un nuevo dirigente a finales del mes de junio, terminando así con su potestad.



La plaza de Tahrir, en El Cairo, ha presenciado las manifestaciones más multitudinarias convirtiéndose en el principal símbolo de la revolución egipcia, pero la inestabilidad social sigue causando estragos como la batalla acontecida en un campo de fútbol de Port Said a principios del mes de febrero.


Libia, la guerra civil

La detención de Fethi Tarbel, abogado defensor de presos de conciencia, junto con las revueltas en el resto de países árabes fueron el detonante de la rebelión en Libia. El 17 de febrero comenzaba en Bengasi el levantamiento contra los 41 años de mandato de Muamar el Gadafi.

La radical represión contra los opositores al régimen desató una guerra civil en Libia más sangrienta y encarnizada que las rebeliones que otros países estaban atravesando. Las Naciones Unidas se vieron obligadas a tomar cartas en el asunto enviando una advertencia a Gadafi, mientras, la Liga Árabe decidió suspender a Libia como miembro apoyando el establecimiento de una zona de exclusión aérea propuesto por la Organización de las Naciones Unidas. El desafío del dictador, que hizo caso omiso de las advertencias internacionales, originó un ataque de las tropas francesas, británicas y estadounidenses en defensa de los rebeldes.

LIBIA ANIVERSARIOEl 20 de octubre, tras ocho meses de duros enfrentamientos, Gadafi es apresado y fallece en circunstancias aún por determinar mientras su hijo, Saif al-Islam Gadafi, logra escapar. El Consejo Nacional de Transición posee en este momento la autoridad en Libia habiendo sido reconocido como cuerpo político en más de 100 países.


Siria, sin final

El 26 de enero de 2011 se iniciaron las protestas contra el régimen dictatorial de Bashar al-Assad en circunstancias similares al resto de levantamientos árabes. Desde entonces, las fuerzas de seguridad sirias han reprimido con dureza a los rebeldes matando a miles de ellos y a seis periodistas occidentales en lo que el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha calificado de situación “inaceptable”.

Algunas de las técnicas de ataque por parte del Gobierno han consistido en cortar el suministro de agua y electricidad, y confiscar alimentos en muchas ciudades que se encuentran actualmente al borde de la hambruna. Además, al-Assad cuenta con un grupo de más de 3.000 paramilitares financiados de manera privada para garantizar su seguridad.

Mientras la brutal matanza en Homs mantiene en vilo al mundo entero, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no consigue llegar a un acuerdo de intervención al que Rusia y China se oponen con firmeza.

El levantamiento en Siria ha sido, sin duda, la más larga de las revoluciones del mundo árabe. Con más de 8.500 refugiados en Turquía y tras más de un año de lucha, el país sigue sin ver el final del enfrentamiento que día tras día suma nuevas víctimas.

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Otros países como Arabia Saudí, Bahréin, Marruecos o Argelia continúan su lucha por un futuro mejor. El camino hacia la transición que sus vecinos ya han comenzado, hacia un porvenir libre de ataduras políticas y similar al paraíso político que para ellos representa Europa. A día de hoy, Yemen ha conseguido convocar elecciones, una votación con un único candidato que dista bastante de lo que en los países desarrollados denominan como referéndum, pero que sin duda es un paso adelante para una nación que había sufrido la represión del mismo dictador durante los últimos 33 años de su historia. Poco a poco, paso a paso parece empezar a despejarse la tormenta que mantenía en la penumbra buena parte de Oriente Medio y Próximo, floreciendo lo que aparenta ser una nueva y radiante Primavera Árabe.

La ilusión no es suficiente

En los últimos años muchas parejas españolas han decidido aumentar su familia acogiendo en su hogar a niños adoptados. Algunos eran padres primerizos que, por causas biológicas no podían procrear o no querían traer al mundo a otra criatura cuando había millones de ellas abandonadas en él; otros eran ya veteranos en el tema con varios hijos biológicos o adoptivos a su cargo que, aún con tiempo y dinero suficientes, se sentían con fuerzas para dar cariño y apoyo a un nuevo miembro. Jóvenes inexpertos o curtidos progenitores, todos ellos con un determinante común, la ilusión.

El ser humano tiende a obcecarse en deseos e ideas en los que sólo ve sus virtudes y bondades, padeciendo una miopía recurrente a lo largo de toda su vida. En el caso de las adopciones, la voluntad de dar amor y protección a un niño frágil y abandonado impulsa fervientemente a ello sin más dilación. Pero esto no es cosa de dos: Un niño con una vida anterior, con una cultura o idioma distinto, y con unos anhelos y aspiraciones diferentes a los que sus nuevos padres han planeado para él, tiene derecho a opinar y decidir sobre su vida, sobre una vida que muchas veces se le es impuesta sin preguntar y que no desean.

La adopción requiere cualidades como la paciencia, la empatía, la tolerancia o la comprensión, todas ellas necesarias para la educación de cualquier hijo, pero con más insistencia, si cabe, para la educación de uno adoptivo. La falta de estas virtudes lleva a situaciones de abandono como las acontecidas en Cataluña en la última década, que demuestran la irresponsabilidad y el egoísmo de padres que pretenden adoptar un hijo como quien juega a los muñecos, y que ante la más mínima adversidad, devuelven a sus hijos como si de una prenda se tratase.

Resulta doloroso pensar que cuando un hijo biológico es rebelde nadie se plantea abandonarle, sino que sus progenitores hacen todo lo posible por ayudarle y solucionar la situación, mientras que al más mínimo síntoma de insurrección en un niño adoptado es devuelto sin contemplación.  Y aún resulta más deprimente pensar que algunos de esos padres culparán a los niños de su fracaso y volverán a intentarlo con la posibilidad de destrozar las ilusiones de otro pequeño.

Por suerte estas situaciones son minoritarias y la mayoría de los niños adoptados viven felices en hogares llenos de cariño y comprensión, y aunque algunos estudiosos aseguren un aumento de los abandonos con estas características en un futuro, la esperanza en la madurez de la sociedad, en una mayor regulación de las adopciones y en un incremento de la información y la preparación de los padres, es lo último que se pierde.

Las 7 maravillas

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