Gallardón admitió la enorme deuda que tenía Madrid debido a las obras interminables y absurdas en las que se había metido. Algunas de ellas han sido para mejorar muchas zonas de la capital, como la que yo habito, el Manzanares, que después de unos 5 años por fin es bonito y no un socavón de polvo y árboles talados. Pero otras resultan tan absurdas que cuesta entender qué necesidad tenían en cambiar, por ejemplo, la estatua de Colón de sitio y gastarse en ello millones del presupuesto autonómico.
Estamos rozando con la punta de los dedos las elecciones autonómicas y se nota. Esas obras municipales de su vecindario que llevaban meses paradas, ese solar lleno de máquinas que no se movían de su sitio en todo el día, de repente y sin venir a cuento, son maravillosos parques adornados de florecillas y fuentes. Cabe señalar que en los dos últimos días he sido testigo de 3 carreteras que estaban asfaltándose, contribuyendo al pésimo tráfico, una fila de coches atrapados entre dos máquinas que vertían ese líquido insalubre al suelo.
No digo que estas obras de última hora y puramente propagandísticas estén mal, porque falta sí que hacían pero, Señor Gallardón, ¿no podría haberlas hecho antes? ¿Es que tienen que esperar siempre al maldito último mes para arreglar lo que ustedes mismos habían roto? Me asquea la política y sus tejemanejes y desde aquí hago la misma llamada que se hace desde hace meses en Twitter, ¡No les votes!
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