Situada al sur de Amman, en Jordania, en un valle angosto al este del de la Aravá y extendiéndose desde el mar Muerto hasta el Golfo de Aqaba, se encuentra esta ciudad exacavada en piedra y capital del imperio nabateo. Aunque su importancia era reconocida ya en el siglo III a.C., su esplendor llegó con el rey Aretas IV (9 a.C. - 40 d.C.), época en la cual llegaron a vivir en ella en torno a 30.000 personas. Uno de sus elementos más destacados es el sistema de conducción hidráulica que abastecía de agua potable a la ciudad. En el siglo VII d.C. fue abandonada y se la consideró perdida hasta que fue redescubierta por Johann Ludwig Burckhardt en 1812. Sus edificios más conocidos son La tesorería (Al Khazneh) y El Monasterio (El Deir). Fue considerada Patrimonio de la Humanidad en 1985.
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