Es cierto que la Ley del aborto aprobada en 2010 por el gobierno
socialista supuso un paso más hacia la libertad de las mujeres, un paso más
hacia la libertad en la toma de decisiones tan trascendentales como la
concepción de un hijo, pero la falta de regulación también propagó una
generación de jóvenes inmaduros que utilizan técnicas como la llamada “píldora
del día después” o el aborto en sustitución del uso de preservativos o de métodos
anticonceptivos. No se trata de prohibir el aborto, sino de regularlo;
regularlo de tal forma que los adolescentes no lo empleen como una solución ordinaria,
regularlo de tal forma que la decisión no esté únicamente en manos de una
quinceañera inmadura, regularlo de tal forma que se promuevan valores como la
sensatez, la precaución o el derecho a la vida.
La reciente y desafortunada resolución del caso de
Marta del Castillo ha sido sin duda una de las principales causas que han
llevado a Gallardón a anunciar en este momento la reforma de la Ley del menor con la
aprobación de todos los partidos políticos y de la sociedad española en su
conjunto. Una medida acertada que evitará que los cuasi-adultos eludan las
penas que se merecen en caso de delitos graves.
Además, la implantación de tasas judiciales para los
ciudadanos recurrentes desobstruirá los juzgados españoles que actualmente se
encuentran colapsados por denuncias intrascendentes e insustanciales,
agilizando así los procesos que realmente requieran de urgencia. En definitiva,
una reforma necesaria y deseada por muchos que ven en Gallardón al salvador de
la justicia de este país.
lunes, 13 de febrero de 2012
Un reforma deseada y necesaria
Las reformas anunciadas por el ministro de Justicia, Alberto
Ruiz-Gallardón, en esta última semana han suscitado una intensa polémica en la
sociedad española. Temas tan candentes como la Ley del menor o la Ley del aborto serán modificadas para evitar sentencias
desacertadas y detestables como la del caso de Marta del Castillo y para
fomentar la responsabilidad de los adolescentes, que en estos últimos años
habían considerado el aborto como una solución frecuente a sus imprudentes
prácticas sexuales y no como lo que es en realidad, una opción extraordinaria
ante circunstancias inusuales.
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