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jueves, 23 de diciembre de 2010

El día de la salud

Hoy despertamos sin escuchar esa rabiosa cancioncilla que anuncia el inicio oficial de la Navidad. Esas voces pueriles e imberbes que hacen que una España, más sedienta de euros que nunca, se encoja al escuchar cómo les cambia la voz, antes tediosa y repetitiva y ahora emocionada y temblorosa, ante una bolita de madera con un 3 millones estampada en ella.

Y es que, al desafortunado que no le toca ni un mísero reintegro, entre los cuales me encuentro, acaba hartándose de tanta gente feliz en los telediarios, de tanto titular con el maldito número que yo no tenía. “Al menos tengo salud”, la frase más repetida hoy, el día después al día de los nuevos ricos.


Pero este año se antoja diferente, especial, es menos dolorosa la decepción propia y la felicidad ajena. Hay imágenes emocionantes, declaraciones que te hacen sentir feliz por los afortunados. Por ejemplo, escuché a una mujer muy llorosa contarle a la prensa que el dinero le había caído del cielo, el banco le iba a desahuciar en 20 días. Otro no menos feliz, relataba su situación, estaba en paro desde hace un año y su mujer embarazada. Todos respondían lo mismo cuando se les preguntaba qué harían con el dinero, “tapar agujeros”, pero este año esa frase tiene más significado que nunca porque los agujeros de antaño son ahora socavones en los que la población española está hundiéndose lentamente.

Así que, mi enhorabuena a los agraciados y mucha salud para los desafortunados.

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