El pueblo, de apenas 50 habitantes, garantiza la tranquilidad que la mayoría de habitantes de las grandes ciudades buscamos. El Teleno, el río y las grandes praderas de color verde rabioso componen el resto del paisaje que sin duda os conquistará. Aunque os parezca algo escabroso, no os marchéis sin vislumbrar el pequeño y precioso cementerio del pueblo, realmente bonito.
La casa, decorada con un gusto exquisito y sin el estilo recargado y "rupestre" (más que rural) que estamos acostumbrados a ver en otros alojamientos del estilo, resulta realmente acogedora. El encanto de su horno de leña, reconvertido en un rincón tranquilo en el que tomar un café, y el colorido patio plagado de flores, ideal para disfrutar de un buen libro al solecito, hicieron de mi estancia unos días encantadores. Además, las habitaciones espaciosas, el silencio absoluto y las maravillosas vistas desde las ventanas aseguran un descanso absoluto. Concretamente mi habitación tenía un pequeño "ventanuco" de madera desde el que se veía como el agua saltaba entre las piedras del pequeño reguero que pasa por detrás de la casa.
Si alguno busca experiencias "un poco más fuertes" que dormir, comer y pasear, la zona también permite la realización de múltiples actividades y excursiones, para las que sin duda reservaré algún momento en mi próxima visita, que espero que sea pronto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario