Si hay algo que debe guiar nuestras decisiones en esta vida, ese algo es la
objetividad; la objetividad a la hora de decidir, de actuar y a la hora de juzgar. No es que el gobierno actual sea santo de mi devoción, más bien lo contrario, pero no por ello debemos criticar cada una de sus actuaciones como si absolutamente todas fuesen equivocadas, aunque resulte evidente que la gran mayoría sí lo son. La aprobación de la ley del aborto o los matrimonios homosexuales han sido dos medidas acertadas, y aunque no nos agrade la idea de trabajar hasta los 67 años, el
retraso de las jubilaciones es otra de esas medidas adecuadas y necesarias.
Hemos oído mil veces eso de que “el trabajo dignifica”, pero la verdad es que por mucho que intenten convencernos nadie va a conseguir que dejemos de desear que el fin de semana llegue pronto, que nos aumenten el número de días de vacaciones o que nos adelanten la jubilación. Y es que nos encanta disfrutar de tiempo libre, siempre y cuando tengamos dinero para gastar y aficiones que atender.
Volviendo a la realidad debemos de ser conscientes de que cada vez invertimos más años estudiando, años en los que no solemos estar trabajando; nuestra calidad de vida ha aumentado, de forma que llegamos a los “ansiados” 65 con la vitalidad y la salud de una persona de 50 años en los años 40; y la esperanza de vida también, sobrepasando la mayoría de la población los 80 años de edad. Ahora echemos cuentas: si cada vez estudiamos y vivimos más años, eso implica que trabajamos menos años a lo largo de nuestra vida, lo que nos conduce a cotizar menos, y si no cotizamos, ¿quién pagará las pensiones?
A todos nos gustaría trabajar poco y ganar mucho dinero, y si es posible jubilarnos prontito, pero el debate no debe centrarse en torno a lo que nos gustaría, si no a lo que debe ser, a lo que es necesario para el país, a la realidad al fin y al cabo. Quizás la vitalidad de una estudiante de 21 años que ha trabajado dos meses en toda su vida conduce a ver con un mayor optimismo esta situación, quizás la población que ha pasado el umbral de los 50 está “asqueada” de la vida laboral, está harta de su trabajo y deseosa de pasar los 65, pero es que ese es otro problema distinto más relacionado con la calidad y las condiciones de trabajo en España, que en comparación con algunos de nuestros vecinos europeos, dejan mucho que desear.
Otros intentan escudar su opinión acerca de este tema en la
elevada cifra de parados, que en nuestro país es un problema constante. Muchos de ustedes pensarán que el retraso de la edad de jubilación empeorará la búsqueda de empleo, pero es que el error está ahí. El error es querer reducir el paro así en vez de hacerlo fomentando el sector tecnológico o industrial, en vez de fomentar el turismo, en vez de crear empleo.
Señores y señoras, ya pueden volver a la realidad, bajen de su nube, y dejen sus protestas para algo más razonable.