Los jugadores de Real Madrid se han levantado en armas, al menos es lo que se dice, contra su entrenador José Mourinho. La veda la abrió el pasado miércoles la joya de la corona blanca, Cristiano Ronaldo, al declarar en una entrevista que “jugando atrás no somos nadie. A mí no me gusta jugar así, pero tengo que adaptarme. Es lo que hay”. Y al primer síntoma público de desacuerdo los demás jugadores han ido sumándose.
Las informaciones, referentes al primer entrenamiento tras la dura derrota ante el Barça en la semifinal de Champions del pasado miércoles, afirman que el malestar expresado por Cristiano Ronaldo está generalizado en el vestuario. Los jugadores ya no esconden su desacuerdo con los planteamientos de Mourinho que “les hacen quedar como unos inútiles”. La euforia que provocó ganar la Copa del Rey se ha esfumado, el club es consciente de que hace el ridículo en cada partido contra el Barcelona y saben a quién señalar como culpable.
Esta muestra de valores, de opiniones, esta reacción del equipo, supone el fin a la mezcla de respeto y temor que los jugadores tenían al técnico luso. Por miedo a no ser convocados, a quedar relevados del equipo por contradecir al gran líder, al que Florentino le había otorgado plenos poderes. Pero los jugadores se han plantado, están cansados de jugar con miedo, de entrenar con miedo, de sentir que si atacan para ganar cuando el entrenador quiere que estén parados para conseguir un empate serán totalmente repudiados y expulsados de su círculo.
Si de todo esto podemos sacar alguna conclusión, teniendo en cuenta que Cristiano Ronaldo vió el partido último partido del Real Madrid desde el palco, es que a José Mourinho las críticas no le gustan, incluso aquellas que provienen de sus jugadores, esas personas que se dejan la piel y dan la cara por él en cada partido.
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